
Takeshi era un niño impertinente. Hijo de una acaudalada familia, cuyos ingresos habían sido notoriamente incrementados debido a la venta de sombreros de corte ingles, siempre había tenido todo lo que necesitara y muchísimo más.
Le gustaba mostrar el poderío económico de su familia a todos sus amigos y se sentía más fuerte cuando dejaba en evidencia la ignorancia de los pueblerinos con los que convivía en su pequeño pueblo natal.
Un día se entero de la existencia de un anciano ermitaño tan sabio que decía conocer todas las respuestas a todas las preguntas en el mundo, deseoso por acabar con esta fama Takeshi se desplazó a la cueva en la meditaba el anciano. Allí vió a todo tipo de personas esperando para hacerle una consulta, una anciana se le acercó y le preguntó:
-Sabio anciano, tu que posees la preclaridad, ¿cómo podre desembarazarme de la pena por perder a mi hijo enfermo?
-Mujer, visita a tu hermana en la prefectura vecina pues ella comparte tu dolor, ha recibido noticias tuyas y está deseando verte. Vuestro reencuentro reavivará una llama que calentara el frio de tu alma.
Y asi fue que la anciana recobró las ganas de vivir. El niño se adelantó a todos, enfurecido por lo que oía y se plantó ante el anciano.
-Tu, viejo! ¿Que estoy pensando?
-No piensas, estas temiendo de que pueda mirar en tu mente y decirte que sentirias si acertase la pregunta.
El chico cambió el rostro y palideció, salió de la cueva corriendo visiblemente afectado por la contestación del sabio, había acertado de pleno.
Largos días pasó el niño urdiendo un plan para dejar en ridiculo al ermitaño. Finalmente un grito de alegría fue oido desde su habitación, había encontrado el modo de llevar a cabo su plan. Cazaría un gorrión y lo guardaría en sus manos ocultas tras la espalda. La preguntaría al anciano si el pajaro que portaba estaba vivo o estaba muerto y en caso de que acertase que el pajaro vivia le retorceria el cuello con discreción y lo mostraría muerto dejando por falsa la afirmación del anciano y el podría reirse de el. Excitado por la emoción corrió montaña arriba hasta la cueva.
Una vez más empujó a todos hasta llegar al anciano que lo miraba con cara paciente, como si ya supiera que iba a venir...
-Eh, tu, viejo! Dime delante de todos! el pajaro que tengo en la mano ¿esta vivo o muerto?
El anciano sonrió con la ternura de un padre que conoce las travesuras de su hijo:
-Pequeño, la respuesta a esa pregunta... Esta en tu mano.
hijo puta el niño!!!
ResponderEliminara kien m recuerda? mmmm
Furanshisuko dijo: ""...había encontrado el modo de llevar a cabo su plan. Cazaría un gorrión y lo guardaría...""
ResponderEliminarHay que tener toque y gracia para cazar a un gorrión sin matarlo antes. Créeme que yo los he intentado pillar muchas veces con el coche, he intentado pisarlos, hasta me hice una cerbatana para cazarlos con chinchetas... y na de ná!!